jueves, 21 de octubre de 2010

LA SOCIEDAD GLOBAL


La Sociedad Global es el Concepto que define a los grupos sociales como individualidades, en oposición a las generalizaciones que suponen que la humanidad se divide en grupos con mayor o menor grado de desarrollo y cuyo objetivo debe ser la transición hacia una sociedad industrial.
Se han considerado características de las sociedades globales su constitución como cuerpos concretos organizados dentro de un entorno geográfico determinado que influye en la ideología de sus componentes; por ejemplo, las diferentes formas de ser entre los isleños, los habitantes de los desiertos o los de las estepas, entre otros.
La identidad común entre los miembros de una sociedad global se refuerza porque se comparten símbolos, valores, modos de vida que conforman una unidad de conciencia que permite establecer vínculos mucho más sólidos. Dentro de los valores comunes hay que citar el papel del mito en las sociedades primitivas y, más tarde, de la historia, junto con las celebraciones, el calendario de festividades o la elevación de los antepasados a la categoría de héroes.

Una de las consecuencias negativas del discurso postmoderno poco analizadas ha sido la incertidumbre que produjo acerca de las posibilidades de auto-descripción de la sociedad global. Niklas Luhmann, el sociólogo alemán que tomó la problemática del filósofo francés Jean Francois Lyotard, prefirió una respuesta escéptica a la pregunta sobre tal posibilidad, a reserva de que no llegara a pensarse que la sociedad vive o bien que es posible la planificación o la reparación de ésta.El supuesto básico es que la globalización es una evidencia de que la sociedad global existe.
Por otro lado, es paradójico que las preguntas simples que Danilo Martuchelli y Francois Dubet, Ulrich Beck y Peter Wagner nos han vuelto a formular -¿En qué sociedad vivimos? ¿Cómo podemos vivir en paz nuestra ideas de vida recta y justa?- sean las preguntas más complejas de nuestro tiempo. Por supuesto, llama la atención –como dice Canclini- que los autores y editores latinoamericanos, satisfechos con el macondismo- ya no se planteen ni editen trabajos sobre tales interrogantes.
Las respuestas a estas preguntas, apresuradas por el voluntarismo teórico o por las estrategias editoriales, constituyen una constelación de adjetivos articulados al concepto de sociedad, una confusión sumada a la duda sobre la posibilidad de la auto-descripción social.
Desde la duda y lo confuso, la globalización se ha tematizado obsesivamente. En la sociología, la globalización es un objeto de conocimiento sobre el cual se han dicho múltiples discursos según observaciones, narrativas y subjetividades. La globalización se imagina, dice Canclini.
La globalización ha sido configurada como un objeto cuyo referente es la expansión a escala abierta de las acciones, interacciones y comunicaciones nacionales. La retórica de la globalización es omnipresente tanto como el proceso que refiere. Dice Beck “todo se disuelve en el sol del desierto de la globalización”.
Los principales temas del objeto de la globalización son su novedad, dimensiones, indicadores, observaciones y carácter. Esos temas aparecen como dilemas: la globalización es vieja o nueva; parcial o multidimensional; positiva o negativa, abierta o irreversible. Las metáforas más comunes asociadas a ella son un archipiélago, un mundo desbocado o un caballo sin jinete. Los creadores de estas figuras debaten sobre el alcance global o general del proceso de globalización, pero sobre todo acerca de la capacidad de gestión de este proceso de intensificación de intercambios.


Los sociólogos actuales observan que la nueva globalización es observada según la imaginación y la reflexividad estética o cognitiva de los sujetos sociales, es decir, según sentimientos, imágenes e informaciones; sin embargo, la mayoría de ellos coincide en que la globalización ha producido una sociedad global emergente, también llamada sociedad red, mundial y cosmopolita.
En efecto, la globalización pudo haberse iniciado mucho tiempo atrás, no obstante, lo que interesa a los sociólogos actuales es la globalización del presente y su relación con el pasado, de otra forma, cómo asumir las tradiciones del pasado, abandonándolas o seleccionándolas, mediante la reflexión. El concepto de globalización se diferencia teóricamente del concepto de globalismo; no es la misma cosa el intercambio económico y financiero internacional comparado con la gestión nacional de tales intercambios (Beck, 1998).
La idea misma de la globalización económica enfrenta esta otra idea de la globalización como un conjunto de procesos complejos para los cuales se utilizan determinadas estrategias de gestión. La idea del carácter benéfico de la globalización con la idea de la globalización como un peligro o una ideología y, la idea de la globalización como un proceso inexorable e irreversible se opone a la idea de la globalización como un horizonte abierto.
En tales circunstancias, la mejor descripción sociológica de la globalización y la sociedad global, es decir, la más reflexiva, supondría aceptar que independientemente de la historia, hay una nueva globalización; el rechazo del globalismo y la aceptación de la multidimensionalidad de aquélla, sin exageraciones sobre que todo está globalizado. Por supuesto, no todo es global, algunos procesos están más globalizados que otros, por ejemplo, los procesos culturales respecto de los procesos económicos; asimismo, es preciso no olvidar que lo global no sustituye lo local, pero sobre todo que existen sujetos segregados de la globalización.
La positividad o negatividad de la globalización está determinada por la reestructuración del tiempo y el espacio y los tipos de gestión estatal (Giddens,1998). El futuro de la globalización dependerá de un conjunto de enfrentamientos entre multitudes y multinacionales de los cuales por ahora han favorecido a las segundas. Por esa razón dice Beck que la globalización es la ausencia de gobierno mundial, aunque sería más exacto decir que consiste, más allá de la hegemonía de las multinacionales, es una ausencia de estado mundial.





Las características de la sociedad global







La sociedad global está constituida por una multiplicidad de interacciones y comunicaciones locales y nacionales producto de la intensificación de los intercambios internacionales. En modo alguno es una megasociedad, por el contrario, es una pluralidad u horizonte sostiene Beck, con mucha razón (Beck, 1998).
La sociedad global se caracteriza por la desintegración de la sociedad nacional e industrial y la multiplicación de riesgos. Ulrich Beck habla de una sociedad del riesgo como una segunda modernidad compleja. Para Beck, el proceso transitorio consiste en una serie de sustituciones de la sociedad industrial por una sociedad de riesgo; del amor tradicional por las relaciones abiertas; del trabajo de por vida por el trabajo flexible; de la identidad monocultural a las identidades abiertas, en las cuales no coincide la identidad con el territorio, la raza o la religión.

En el mismo sentido, Francis Fukuyama ha sostenido que la característica principal de las sociedades occidentales en las dos décadas pasadas ha sido la declinación de la confianza y el estrechamiento del radio de ésta. El declive de la confianza como capital social ha producido la desigualdad y la competencia. En tales circunstancias, la sociedad global y nacional se ha diferenciado en subsistemas autónomos que establecen relaciones con los otros tomados en calidad de entornos.
En el sistema económico la producción material de la manufactura es acompañada por la producción inmaterial de los servicios basados en la información (Rifkin, 2000; Hard y Negri, 2000). El trabajo físico característico de la producción industrial es devaluado en comparación de la valorización del trabajo intelectual. Las relaciones entre los trabajadores y los empresarios se reconfiguran, pero siguen basadas en las relaciones de explotación y desgaste de la fuerza de trabajo.




















En este sistema, es muy importante la emergencia del comercio y el dinero electrónico. El acceso a esta economía inmaterial determina nuevos tipos de subjetividad. El fin del trabajo físico en las sociedades centrales contrasta con la intensificación del desgaste de éste en las sociedades periféricas. El los dos tipos de sociedades el fin del trabajo es el fin del trabajo asegurado por las políticas estatales de bienestar. Es necesario interrogarnos acerca de cómo lo que sucede en las primeras es resultado de lo que acontece en las segundas.
Por otro lado, en el sistema político, si el estado, los partidos y los sindicatos, es decir, la política, son socavados por las multinacionales mediante una especie de “sub-política”, el estado y la nación no desaparecen ni tienden a desaparecer, por el contrario, intensifican sus dispositivos de control social y político. Es evidente que los estados nacionales ya no controlan por completo los flujos financieros, el monopolio de la violencia legítima y las comunicaciones, pero, se alían con actores internacionales para gestionar su inserción en la sociedad global (Beck, 1998; Hobsbawn, 2000).
En este “orden mundial” se integran sociedades débiles y poderosas, hay sociedades ganadoras y perdedoras, incluidas e incluidas subordinadamente. El futuro de los estados nacionales es distinto en las sociedades centrales y periféricas según su relación con el sistema económico mundial. La supra-soberanía de algunos estados centrales es el producto del mercado de las soberanías de los estados nacionales periféricos. La supra-soberanía de los estados centrales es el plusvalor de de dicho intercambio. Las guerras, pero sobre todo las alianzas para las guerras globales, hacen transparente ese mercado legar transnacional.
Ahora bien, en ese piso económico y político, se ha producido la mercantilización de la cultura mediante la producción de imágenes e informaciones. Al régimen de acumulación corresponde un régimen de significación –o un modo de producción informativo- caracterizado por la producción y consumo de objetos culturales como la comida, perfumes, libros, turismo, cine, música. La autonomía respectiva de la economía y la cultura experimentan una des-diferenciación que posibilita que parte de la ciudadanía se defina en el consumo (Lash y Urry, 1998).
En las sociedades periféricas, los regimenes de significación y las reflexividades que suponen se abigarran o hibridan. La fotocopia, la piratería, el ensamblado y la variación de las marcas comerciales representan los ejercicios más comunes de tal hibridación sociocultural. La situación resultante es una desproporción entre el incremento del consumo y la producción nacional de productos culturales (Canclini, 2002).
En tales circunstancias volvamos a las preguntas iniciales ¿Cómo vivir nuestras concepciones de vida recta y ordenada? Al respecto hay consenso acerca de la centralidad de la gestión, la gobernabilidad y la gobernancia internacional para el diseño e implementación de políticas económicas, sociales y culturales alternativas, sin embargo se desconfía cada vez más de los logros social-democráticos. Es comprensible –dice Bordieu- que los socialistas no hayan sido suficientemente socialistas; sin embargo ¿Es comprensible que ya no quieran serlo cuando más se necesita?






En efecto, hay acuerdos mínimos sobre la necesidad de rediseñar la globalización económica, reinventar lo político e impulsar el arte, la comunicación y la cultura alternativa. Para ello se piensa es necesario construir un tipo de ciudadanía multicultural y trasnacional, diseñar mapas que nos permitan ubicarnos en las ciudades y en el mundo y experimentar con la subjetividad y las diferencias socioculturales; sin embargo, el disenso aparece cuando se trata de los medios para conseguirlo (Jameson, 1995 ; Canclini, 2000 ).
Los desacuerdos comienzan cuando se enuncian las propuestas, que si hay que construir nuevas formas de comunicación entre militantes e intelectuales o los intelectuales deben renunciar a hablar en nombre de los otros y a tratar asuntos públicos; si las multitudes antiglobalistas deben modificar la escala de la globalización o abandonarla mediante la desconexión o el “éxodo”; si la sociedad civil debe mantener su autonomía del sistema al que pretende influir o debe plantearse el diseño de políticas públicas alternativas. Ese es el núcleo de la emergente esfera pública transnacional.

Una pregunta derivada de las dos preguntas enunciadas anteriormente es ¿Qué tipo de sociedad ha producido la globalización y cómo ésta ha expandido a la sociedad? En el debate actual, existen descripciones que pueden sistematizarse de acuerdo a los elementos de la observación construida en el apartado anterior. Antes de utilizarla en un sentido descriptivo intentemos una primera definición de acuerdo a los dos elementos básicos de la teoría de la modernización, la diferenciación y la integración social (Carlota Solé, 1999).

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